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Columnistas  |  13 agosto de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Juan David García Ramírez

Los ecoburócratas quieren volvernos vegetarianos

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Juan David García Ramírez

La nueva ocurrencia intervencionista y de ingeniería social de los ecologistas, consiste en instar a los gobiernos de todo el mundo a imponer medidas que desestimulen el consumo de productos cárnicos, con el pretexto de que la ganadería intensiva es responsable del 20% de las emisiones de CO2. Esta semana, el Pánel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en Inglés), adscrito a la Organización de las Naciones Unidas, publicó un informe apocalíptico, según el cual es urgente liberar varios millones de kilómetros cuadrados de la tierra destinada a la ganadería y la agricultura, debido al alarmante calentamiento global y la sobrepoblación. Esto implica que se tomen decisiones orientadas a cambiar los hábitos alimenticios de la gente, empezando por la carne y yendo incluso hasta la disminución, y casi total supresión, de los huevos y los lácteos en la dieta diaria de las personas.

Es decir, los ecologistas creen saber mejor que el resto de la humanidad lo que es bueno y conveniente para su salud, apoyados en una pretendida superioridad moral. En años recientes, la publicidad invasiva sobre la “alimentación consciente”, que juzga la afición a las parrilladas y las hamburguesas como propia de individuos inferiores o incapaces de avanzar al siguiente nivel, ha estado acompañada de toda clase de nuevas regulaciones que apuntan a crear el hombre nuevo: Comer únicamente vegetales y frutas, hasta llegar al crudiveganismo; cambiar los zapatos de cuero y goma por zapatillas de hoja de plátano; dejar el automóvil (aún siendo eléctrico o impulsado por energía solar) para desplazarse caminando a todas partes, sin importar las larguísimas distancias de las grandes áreas urbanas; reciclar una y otra vez nuestra ropa, evitando comprar prendas nuevas; y prescindir de todo dispositivo que facilite la comunicación interpersonal, tal vez, con el objetivo de alcanzar la comunicación telepática.

¿Quiénes son los genios naturalistas, que nos dictan los nuevos comportamientos que nos salvarán de la perdición carnívora y del consumismo irresponsable? Son burócratas internacionales de corte neomalthusiano, con sueldos altísimos, acostumbrados a vivir en un avión, de cumbre en cumbre, denunciando los excesos de la economía de mercado. Casi todos fueron formados en los decenios de 1960 y 1970, tiempo de hegemonía ideológica del Marxismo, y hoy, su obsesión consiste en el cambio de los modos de producción, justo en el momento de mayor avance económico y tecnológico de toda la historia humana. En plena Cuarta Revolución Industrial, pretenden hacer regresar a la humanidad al trueque, sembrando el pánico con la idea de que el fin de los tiempos se acerca.

Las soluciones e indicaciones del IPCC, usualmente sustentadas en las fallidas tesis de Thomas Malthus, quien en el siglo XIX predijo la extinción de la población humana para el siglo XX, así como el agotamiento de cada recurso indispensable para la subsistencia, han sido replicadas con torpeza por gobiernos y empresas de todas partes. En California, la prohibición del pitillo plástico fue seguida por la implementación obligatoria del pitillo de papel (envuelto en empaque plástico). Y recientemente, en Reino Unido, la cadena de comidas rápidas McDonald’s decidió imitar esta decisión, para luego darse cuenta de que sus pitillos de cartón no eran reciclables, mientras que los de plástico sí. Ante este panorama, si seguimos a ciegas a los ecoburócratas y sus replicadores millenials, lo único que conseguiremos es el fin de la vida en la Tierra.

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