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Columnistas  |  11 noviembre de 2019  |  12:26 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

“El cucho” tumbó a Botero

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Aldemar Giraldo

Don Guillermo Botero, coincidencialmente, con idéntico apellido del ministro de defensa de Samper, colgó la toalla al caer en la cuenta de que no tenía argumentos firmes para explicar sus mentiras; los congresistas de su cuerda ya lo habían salvado de una moción de censura, hace poco tiempo, pero, ahora el dulce no estaba para mordiscos.

Con su mentalidad de comerciante y vendedor, calculaba todos sus pasos de acuerdo con el cliente que había que atender, ya fuese el presidente, el Congreso, la prensa hablada, escrita, los medios televisivos, etc.; como un cacharrero de pueblo inventaba historias que debía editar a medida que empezaba a conocerse la verdad o a descubrirse la mentira. Según Lorenzini (Collodi), a don Guillermo le creció la nariz muchos centímetros durante su ministerio, a pesar del trabajo juicioso de Geppetto.

¿Cuáles fueron sus grandes mentiras?.

- “Las Fuerzas Armadas abatieron al Cucho y, junto a él, habían sido abatidos 14 miembros más de su cuadrilla”. Entre los muertos había 8 niños; el país no lo sabía. Según el exministro, las FFAA tampoco sabían de la presencia de los menores; se bombardeó la zona indiscriminadamente con los resultados denunciados por el senador Roy Barreras.

 

- Declaraciones salidas de lugar, como cuando dijo que “a algunos líderes sociales los mataban por líos de faldas”. Explicación simplista y salida fuera de tono. Se irrespeta la memoria de los caídos y el dolor de los familiares.

 

- Ante  la denuncia del New York Times y algunas ONGs, en el sentido del regreso de los falsos positivos en Colombia, Pinocho se defendió diciendo que “esas órdenes fueron malinterpretadas, y que no había presión hacia los comandantes de unidades para aumentar los resultados”. SEMANA reveló luego varios de esos formatos diligenciados por coroneles y generales de todo el país. “Allí quedaba claro que ellos habían proyectado duplicar el número de capturas y muertes en sus teatros de operaciones”.

 

 

- Debido al asesinato de Dimar Torres, excombatiente de las FARC, a manos de miembros del ejército, nuestro creador de narrativas afirmó en Bogotá “que había muerto en un enfrentamiento”. Aseguró que los soldados habían actuado en “legítima defensa”, pues se había presentado una lucha cuerpo a cuerpo, y hasta sugirió —sin previa investigación— que debió existir alguna motivación tras la muerte del exguerrilero. Quedó como una mica cuando se descubrió la verdad. Ya se sabe que se trató de un crimen premeditado que lideró un coronel el cual hoy está libre. La realidad de los hechos se descubrió gracias a evidencia técnica (chats) y con el testimonio de varios de los implicados que confesaron a la Fiscalía lo ocurrido.

Quedan por fuera otras responsabilidades que tienen que ver al enfrentar, con susto, la corrupción de varios generales; gagueó mucho ante los medios, pero, al fin, se fueron a la lona. No puede pasarse por alto el informe ante la ONU, con fotos falsas. Sin embargo, pagó con su puesto un general y el presidente le expresó su apoyo. 

Si este comerciante no hubiese renunciado, la cosa se hubiese puesto peluda en el Congreso y lo que llaman gobernabilidad se le habría ido de las manos a Don Iván. Como decía mi abuela: “El tamaño de una mentira se mide por el largor de la explicación o por el anchor de la excusa”.

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