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Columnistas  |  20 noviembre de 2019  |  05:04 AM |  Escrito por: Carlos Alberto Agudelo Arcila

Se acerca el 21

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Carlos Alberto Agudelo Arcila

En Colombia se acerca el 21 de noviembre de 2019. Día especial para nuestra patria, en el cual se medirá el despertar, el carácter, la capacidad de reflexión, ante el adormilamiento de doscientos años de la clase asalariada, del trabajador informal, de un pueblo ciego, confuso, sumido en el arraigo tradicionalista de una política de Estado soberbia, usurpadora, rapaz. Esta ocasión es vital para medir el resultado de cómo han impregnado las redes sociales el pensamiento de quienes, por muchas décadas, se han dejado influenciar por medios de comunicación al servicio de la clase dirigente, del neoliberalismo, entre ellos Caracol, RCN, radio y televisión, periodismo en general al servicio del sistema imperialista, artífices de la posverdad.

 

Como dato curioso, durante estos días de antesala a la marcha, ya se habla de infiltrados, encapuchados, vandalismo, de parte de quienes tienen como único objetivo expresarle al gobierno su descontento por la pésima ejecución de las normativas económicas, políticas y sociales, durante un año larguísimo del régimen actual de Uribe-Duque - ¿o será de Duque-Uribe?- Como si el mismo gobierno, de por sí malintencionado, ya tuviera antifaces listos, de pronto confeccionadas en la sastrería de una guarnición militar, para colocárselas a los profesionales del saboteo y darle apoyo, disimulado, para que salgan a perturbar la justa e inaplazable protesta y de esta manera tildar este acontecimiento heroico, por parte de amas de casa, campesinos, asalariados, la iglesia católica, los indígenas, organizaciones sindicales, sociales, la CUT, CTC, CGT, CPC, artistas de renombre y algunos “sin” nombre, una reina y otras reinas, como hecho delincuencial, terrorista, manipulada por el castrochavismo –neologismo sin presentación en el lenguaje inteligente, sin validez alguna, inventado por el resentido álvaro uribe vélez, siempre lo pienso con minúscula, retorico, sin ideología alguna-. Y más extraño todavía, se observa en la televisión, como si fuera una propaganda de una multinacional, el 21 de noviembre de 2019 bombardeado, vitrinas, el metro y todos los edificios públicos incinerados, niños, ancianos muertos acribillados en la calle. De esta forma se punza el jingoísmo de los compatriotas, se aliena, el gobierno colombiano se convierte en un adalid de la premonición, por esto el individuo incapaz de razonar, de verificar, de confrontar la verdad, se va lanza en ristre contra su misma clase social. Detestable manejo de la realidad, cortina de humo para hacernos olvidar los crímenes de guerra de parte del gobierno, el asesinato de los líderes sociales, el incumplimiento de los derechos adquiridos por parte de profesores y estudiantes universitarios, la reactivación de los falsos positivos, el afán de acabar de desangrar la canasta familiar a través de más alza del IVA, uno de los más caros del mundo, la violación de los derechos humanos, la falta de prestación de salud honesta, digna, urgente, impuestos alternos, de la reforma tributaria, la eliminación del régimen de prima media, el salario diferencial para jóvenes, el aumento de la edad de pensión, el favorecimiento al capo de las finanzas neoliberales Luis Carlos Sarmiento Ángulo, las reformas laborales, entre ellas el de las semanas cotizadas, como tratando de tener un idioma menos vertical cuando se dice la ampliación de la edad de pensión, “el paquetazo tributario”, como estocada final, a la clase baja y media, accionar desequilibrado, la cual nos pone a la par de los actuales desastres económicos del Ecuador, de Argentina, de Chile y otras sospechosas democracias latinoamericanas, con la presencia del Fondo Monetario Internacional agresivo.

 

Repito, dicha protesta va a determinar si ya hemos desarrollado el pensamiento crítico y objetivo suficiente, para implantar en nuestra inteligencia una democracia no perversa, la realidad de un mundo digno en todo el contexto del manejo gubernamental.

 

En esta fiesta de protesta, voy a escuchar la voz demandante de la era sin uribe, como proclama independentista, del final político del neonazi criollo, de este dios rastrero de la sociedad colombiana, del manipulador de la palabra con su idioma eufemístico, de sentimentalidad única, hábil en hacer llorar lágrimas de Corín Tellado, de uno de los individuos más vivarachos del mundo, capaz de polarizar este país de forma cruel: ¿es usted uribista o no uribista? Ya no se indaga si alguien es liberal o conservador o de cuál tendencia ideológica. Personaje luctuoso, soberbio, incapaz de sustentar una ideología con visos contundentes en lo económico, en lo social. Armamentista. Ser de ideas tétricas, de realidades temerarias.

Cuando se deje de razonar al estilo uribe, el 21 de noviembre, de un año cualquiera, nos llegará sin temor a ser condenados por terroristas.

 

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