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Columnistas  |  14 enero de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Luis Antonio Montenegro

¿CAMBIO CLIMÁTICO O CRISIS TOTAL? (I)

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Luis Antonio Montenegro

APUNTES DE UN VIEJO NECIO QUE OBSERVA LA MUERTE DE LA TARDE

DETRÁS DE LAS MONTAÑAS.

“Su hambre insaciable devorará todo lo que hay en la tierra

y detrás suyo dejarán tan solo un desierto”

CARTA DEL JEFE SEATTLE DE LA TRIBU SWAMINSH

AL PRESIDENTE DE LOS EEUU, FRANKLIN PIERCE. 1854

El principal argumento de los negacionistas del Cambio Climático, sostiene que los desastres y el comportamiento errático del clima, solo son expresiones de un proceso natural, otro estadio más, dentro de los ciclos experimentados por la tierra a través de su historia. Eras del hielo y del deshielo. Del frío extremo y del calentamiento. Soportan sus afirmaciones en estudios de algunos científicos y en la verdad axiomática de los cambios permanentes en la historia climática del planeta. Afirmación en la cual tienen toda la razón, pues el cambio, la tensión del movimiento, la evolución incesante, son constantes de la naturaleza. Las fuerzas titánicas liberadas en la explosión primigenia creadora del tiempo y del espacio, de los universos con sus galaxias de colores y sus estrellas de fábula y sus voraces agujeros negros, siguen moviéndose a velocidades asombrosas. El hombre ha creado artificios para observar esos fenómenos y métodos científicos para adentrarse en sus cálculos. Empero, las energías poderosas no solo fluyen en esas dimensiones de lo ciclópeo, también lo hacen en los diminutos mundos cuánticos. El hombre también descubrió las portentosas energías que mantienen unidos esos universos en miniatura. Y fue capaz de liberarlas en forma controlada para crear sus bombas atómicas, como también de usarlas, en su inaudita y brutal prepotencia, para asesinar a miles de congéneres, a millones de animales, infringiendo a la naturaleza y a la memoria una herida que jamás cicatrizará. Hiroshima y Nagasaki. Más todas las pruebas nucleares realizadas antes y después de la hecatombe. En fin, los negacionistas tienen razón: el clima es dinámico. Por eso, quienes creemos que estamos viviendo una fase crítica de esos procesos, no podemos seguir hablando simplemente de Cambio Climático. Es una perogrullada.

Pero la naturaleza habla. Y ha venido expresando, con iracundas manifestaciones, que algo se ha descontrolado. Que los ciclos naturales se han roto y el caos de un clima enloquecido golpea por doquier los ecosistemas. Que la temperatura asciende año tras año, a una velocidad inusual, generando el llamado calentamiento global. La hipertermia del planeta. Incendios infernales, derretimiento de los glaciares, inesperadas temperaturas extremas, huracanes y tifones apocalípticos, sequías de muerte e inundaciones desbordadas, desfase de las estaciones y elevación de los picos del tiempo, muerte masiva de corales, de peces, de aves y de otros animales. Peligroso calentamiento del mar. Furiosas avalanchas de los ríos. Acelerada extinción de especies. Alarmantes llamados de grupos científicos preocupados por los resultados de sus estudios (1). Algunos de ellos creen que el sexto evento de extinción masiva en los últimos 500 millones de años, ya está sucediendo. En un informe especial publicado el 26 de diciembre de 2019 por el periódico El Tiempo, “se concluye que nos encontramos en el horizonte de un desastre ambiental y económico como producto del cambio climático inducido por la actividad humana”, conclusiones que recogen los descarnados informes de la ONU (2). En la página web de Noticias ONU del 13 de mayo de 2019, por ejemplo, se reitera con angustia la brevedad del plazo para lograr los cambios mínimos necesarios que eviten, o al menos pospongan, la llegada al fatídico punto de no retorno del desastre medio ambiental. Plazo que determinan entre los años 2030 a 2050. Es decir, dentro de 10 a 30 años. Nada. Un pestañeo en términos de los tiempos de la evolución. Los titulares de ese día hablan por sí solos: “La degradación del medio ambiente causará millones de muertes prematuras”, “Las cinco cosas que hemos hecho para poner un millón de especies en peligro de extinción”, “Miles de muertos, millones de desplazados…los efectos del cambio climático se aceleran”. (3).

Hablar de simple Cambio Climático cuando el planeta está convulsionando, es un aventurado eufemismo. Con razón la joven y valiente líder noruega Greta Thunberg habla, desesperada, de Emergencia Climática. Y no es para menos. Una mínima precisión semántica nos exige llamar a la situación por su nombre: Crisis Climática. Crisis que no es homogénea, ni lineal, que tiene manifestaciones diversas en las diferentes latitudes planetarias, llegando en algunos casos a exigir tratarse como una auténtica Emergencia. Cito el más reciente episodio que se está viviendo en Australia, con una ola de fuego calcinante que ya ha matado alrededor de 1.000 millones de animales, entre ellos casi 10.000 de los 28.000 koalas que vivían allí. El área incendiada pasa de cinco millones de hectáreas. Y esto ocurre cuando aún están frescos en la memoria los terribles incendios del 2019 en Siberia, Indonesia, el Amazonas, California, Bolivia, Chile, Angola, República democrática del Congo. Todos ellos agudizan la Crisis Climática. Todos ellos han convertido por momentos el pálido planeta azul, en una postal del rojo y calcinado cadáver de Marte.

El llamado antropoceno es el período geológico del dominio del hombre en la evolución terrestre. El tiempo en el cual la humanidad ha estampado su huella fatal para el futuro. El tiempo en el cual le ha infringido a la naturaleza agudos cambios. La actividad humana ha transformado el paisaje de Gaia en unos pocos años. El acelerador se pisó a fondo después de la llamada gran revolución industrial de los siglos XVIII y XIX. La sobre explotación de los recursos naturales, de los bosques, del agua, de los minerales, del aire, la emprendió el hombre con un ansia insaciable y con una obcecada y asombrosa dedicación, desconocida en la historia de la Tierra. En toda su existencia, ninguna especie se había dispuesto en forma tan frenética a destrozar las entrañas de la naturaleza. Menos de dos siglos después de pronunciadas, las proféticas palabras del jefe Swaminsh, se convirtieron en patéticas certezas, “Su hambre insaciable devorará todo lo que hay en la tierra y detrás suyo dejarán tan solo un desierto”. Eva, la coprotagonista de la novela “Adán murió en el lado equivocado del Paraíso”, afirma contundente: “El hombre, excelso cumplidor del divino decreto, se ha multiplicado, atragantado de sexo, ha poblado la tierra hasta el tope con su descendencia, consumiendo, a más no poder, todos sus bienes y recursos, exprimiendo al límite al orbe y sus prójimos. En la ocupación del planeta, además de haberse apropiado de una creación que no le pertenecía per se, le ha usurpado el hábitat, su pedazo de paraíso a todos los demás animales y especies, hacinándolos hasta el borde de la extinción, cuando no los ha exterminado ya, para siempre, sin ningún remordimiento, de la faz de la naturaleza. Ha avasallado la creación con la ansiedad y la dedicación del supremo depredador” (4).

No hay Cambio Climático. Hay Crisis Climática. Provocada, además, por la irracional actividad humana. La tierra es un pequeño planeta, con una superficie limitada, con unos recursos propios limitados, algunos de ellos renovables en tiempos determinados, y muchos otros finitos, no renovables. Un planeta único y cerrado, en el sentido de la unidad orgánica de su ser. En el sentido de ser un todo con su atmósfera. En el sentido de ser un todo con sus mares, con sus ríos, con sus corrientes subterráneas. En el sentido de ser un todo con sus bosques, con sus formas de vida, con sus montañas. No hay un planeta tierra para los norteamericanos y otro para los africanos o para los latinos, aunque así lo hagan creer. No hay un planeta que se pueda repartir a pedazos entre los países poderosos. No hay una atmósfera para los países ricos y otra para los países pobres. A Gaia le afecta por igual que se arrasen sus bosques nativos en uno u otro lugar. En África o América Central o Suramérica. Le afecta que se pierdan sus glaciares en las altas montañas andinas, o en las asiáticas, o en el Ártico, o en el Antártico. Que perezcan los arrecifes coralinos en cualquier mar, o se formen islotes de basura humana en los océanos del norte o del sur. Que se contaminen con radiación de pruebas atómicas sus aguas profundas o los vientos de su delgada y azul atmósfera. Que se desvíen los cursos de los ríos, se estanquen sus aguas y se pudran con los desechos del gran predador, en cualquier lugar de su geografía. Gaia es una, es un único planeta magnífico, flotando a la deriva en los desmesurados tiempos de universos en fuga. Una espléndida nave astral que navega en los mares galácticos, pero que la monstruosa estupidez del hombre, su desenfrenada codicia y su excesiva idolatría de la tecnología, no le han permitido comprender la esplendidez de esa nave y de la vida que brota en ella (5); menos aún el rol extraordinario que podría cumplir como su navegante con conciencia cósmica. Al hombre le ha quedado grande ser un verdadero gaianauta. Ni siquiera ha entendido al planeta donde vive. Menos aún lo ha vislumbrado como la nave viva dentro de la cual viaja a través de las estrellas.

Luis Antonio Montenegro Peña

Periodista- escritor

E-mail: [email protected]

Twitter: @gayanauta.

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(1). - Llamados al parecer inaudibles para casi todos los líderes sociales, políticos y empresariales del mundo. Un ejemplo: En 1988 el genial astrónomo y novelista de ciencia ficción Isaac Asimov ante la American Humanist Association, advertía: “Quizás ahora no tengan la perspectiva suficiente. Desde hace veinte años que hablo de esto: el efecto invernadero. Hay que controlar las emisiones de carbono a la atmósfera” (tomado de www.lanación.com.ar/” Los 100 años de Isaac Asimov: el hombre que diseñó el futuro y vio todo antes que nosotros”. Enero 2 de 2020.

(2). - Léase el informe presentado en París el 29 de abril de 2019 a delegados de 130 países de la ONU, presentado por la Plataforma Intergubernamental Científico Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los ecosistemas(IPBES), donde alertan, además, que cerca de un millón de especies se enfrentan a una extinción en curso, debido a la actividad humana.

(3). – Web. Noticias ONU, del 13 de mayo de 2019.

(4). – Montenegro, Luis, Adán Murió en el Lado Equivocado del Paraíso, Uniediciones, Bogotá, abril de 2018. P. 62. – Aclaro de paso que la súper población humana de la tierra no es el problema medular causante de la crisis. De ser así, la solución fácil sería la propuesta por el Titán Thanos en la serie de Marvel, quien, con el poder de las seis gemas, provocará la muerte, indoloro y democrática de la mitad de la población humana.

(5). – La idolatría de su tecnología y la prepotencia por los logros alcanzados, le hacen creer al hombre que ya casi es un dios. La verdad es que el desarrollo científico está en sus albores. ¿Acaso ya somos capaces de hacer que las orugas se transformen en mariposas? ¿acaso tenemos máquinas tan magníficas como el más pequeño árbol que se alimenta de luz solar? ¿ya entendimos que todos los Ferraris del mundo, que todos los Lamborghinis juntos carecen de la hermosa potencia, de la despampanante velocidad, de los soberbios cambios repentinos de dirección, y de la belleza pura de un guepardo en carrera? ¡los imbéciles que se creen grandes debían medirse en la escala de la brillante Sirius, de la roja Aldebarán, o de Betelgeuse alumbrándonos desde Orión, o de Arcturus o de nuestro amado sol!

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