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Columnistas  |  01 junio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Juliana Giraldo Vélez

NUESTRO VECINO EL CAMPO

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Juliana Giraldo Vélez

Juliana Giraldo Vélez

La situación por la que el mundo está pasando cada día se vuelve más “normal”. Los tapabocas, los guantes y los desinfectantes se volvieron parte de las prendas del diario vivir. La rutina ha cambiado, pero una vez más, los días monótonos vuelven y se confunden entre sí los fines de semana y los días entre semana. Se ha llegado a un punto en el que la cuarentena ya dejó de ser algo que iba a ser un mes y ahora van tres meses en la que se han creado nuevas rutinas.

¿De esta salimos? Sí, de alguna manera la rutina y la incertidumbre se han vuelto armas de doble filo. Pero como alguna vez se ha dicho, “ veamos el lado positivo” porque es este el que va a decir CÓMO enfrentar esta situación donde nadie saldrá invicto, sea por el virus, el trabajo, la familia. Este pequeño microorganismo ha llegado a todos los rincones del mundo afectando a países enteros hasta sus fibras más profundas y ha revuelto economías aparentemente estables.

Este momento que marca la historia de la humanidad ha sido un baldado de agua fría para el 2020. Se paralizaron todas las operaciones y ahora se han empezado a buscar rutas nuevas de cómo continuar la vida al lado de un virus que está recordando lo frágiles que pueden llegar a ser los seres humanos y la indiferencia con la que se venía mirando al otro, como ajeno, algo que solo alcanza a llegar al perímetro de la vida común que se lleva. Hoy se han vuelto porosas estas murallas donde se filtra el dolor del otro como el propio y eso conmueve el alma. En países latinoamericanos la situación parece ser desalentadora por el desarrollo del sistema de salud y las brechas sociales. Pero el lado positivo está en el campo, en la tierra, en la agricultura y por qué no en el turismo.

La alimentación es una necesidad indispensable para cualquier gobierno. En el caso de Colombia contamos con áreas extensas de tapetes verdes, follajes, texturas, árboles, tierras y plantas dispuestos a la vida con nosotros mientras que en otros países el paisaje es frío, gris, inmóvil y hace que a pesar de seguir adelante con el virus la necesidad de alimentar a una nación desempleada sea un poco más complejo. La agricultura y el turismo serán las nuevas bases para que la indiferencia caiga y permita llegar a un estado de conciencia con el vecino. El turismo nos abre las puertas a conocer la despensa con la que contamos en el país, a conocer las condiciones del otro y saber que comprar la papa 100 pesos más cara hace la diferencia para el otro y le da un valor a su trabajo. Aprender a viajar dentro del país, es la mejor alternativa para tomar la manos de las personas que nos rodean y hacer las necesidades del otro como las propias, al final el campo es de todos.

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