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Columnistas  |  13 agosto de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Álvaro Ayala Tamayo

CORRUPTO Y ASESINO

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Álvaro Ayala Tamayo

Por Álvaro Ayala Tamayo

Esos crímenes y pecados los lleva encima una joyita que por este día de confinamiento mundial no tiene domicilio fijo. A pesar de ser dizque de familia distinguida y contar con honores como Jefe de Estado, se convirtió en un rufián que huele feo y tiene que aceptar el desprecio público de su familia. Es el prototipo del verdadero lumpen. Aunque adinerado, educado y con poder prefirió el camino de la delincuencia. Se trata nada más y nada menos de un tal Juan Carlos.

Si, ese que fue rey de España y hoy se esconde por callejones oscuros porque hasta pena le da cuando dicen que es el padre de Felipe, actual monarca ibérico. Infiel, porque le ponía cachos a esa extraordinaria dama, doña Sofía. Una mujer llamada Corina Larsen le robó el corazón que siempre le bombeó los cientos de millones de dólares que conseguía fruto de coimas y sobornos. El hombre se dejaba contar las arrugas de Corina a cambio de consignarle millones de euros en cuentas opacas. ¡Qué polvos tan bien pagados!

Además, cuando un hombre cambia a su mujer de 70 por una de 40 entra al club de los viejos verdes. El dinero robado no le importaba esconderlo a nombre de ella. Asesino, porque recuerden las hazañas como cazador de elefantes en África. En dichas aventuras fue cuando lo pillaron y dio los primeros indicios de sus trofeos extramaritales. El tipo no ha pagado a la sociedad, ni ha pedido perdón por los elefantes que mató y descaradamente mostraba en su colección. Su hijo Felipe se comprometió a renunciar a la herencia porque sabía que estaba manchada y putrefacta.

Al miserable le quedan días aciagos hasta el final de su vida. Veamos: No tiene hogar porque lo destruyó cuando cambió a Doña Sofía por Corina. En el Palacio de la Zarzuela no puede estar por corrupto en estado de flagrancia. Si se levanta a orinar Letizia le manda a tender la cama. En ningún lugar de España puede estar por miedo a que lo silben. Con Corina tampoco porque ya tiene novio. Fuera de España es peligroso porque lo puede capturar Interpol tras cometer un delito transnacional. Sus hijas lo detestan por ponerle cachos a su mamá. Y el único pariente que lo estima es Iñaki, pero no le puede dar la mano por estar preso, también por corrupción.

Además, ¿cuándo acabará ese complejo español de tener esa figura de rey? Pena debería darles ser súbditos o vasallos de semejante mal ejemplo en pleno siglo 21. En resumen, Juan Carlos acaba de martillar el clavo que le faltaba al ataúd para sepultar esa rancia monarquía. De rey de España a rey de burlas puede ser el título de su obra. Pero esta inmundicia no termina ahí. El otro capítulo o proceso es la reyerta y odio que la actual reina Letizia le profesa a la familia de su esposo. Es de público conocimiento en España que los parientes próximos a Felipe VI siempre han buscado que se divorcie. Consideran a Letizia, oportunista, arribista y cutre. También dicen que cuando era esposa de Alonso Guerrero Pérez, le ponía cachos con Felipe. Ese hecho se consumó al divorciarse para contraer nupcias con Pipe, como lo llamaba en su noviazgo. Al día de hoy Letizia odia a toda la familia de Felipe porque sus suegros no perdonan que se haya casado con una divorciada escaladora. Usted al momento de leer esta columna se dará cuenta que no solo en su humilde y anónima familia se dan problemas y bajezas. En casa de reyes el asunto es peor.

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