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Columnistas  |  11 junio de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: James Padilla Motoa

El fútbol y la radio, dos negocios

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James Padilla Motoa

Por James Padilla Mottoa

Esta semana prendió la discusión la Federación Colombiana de Fútbol con su comunicado sobre los derechos de transmisión radial de los partidos de la selección de fútbol en clasificatorias mundialistas y Copa América, para no hablar de otros certámenes.

Las reacciones no se hicieron esperar por parte de periodistas y empresarios radiales, especialmente en la modalidad digital, última salida que tiene un medio de comunicación cada vez más asfixiado por competencias muy difíciles de contener.

Para los más jóvenes, dadas sus manifestaciones de sorpresa y de furia, esto es algo sorpresivo que nunca habían afrontado.

Sin embargo, se trata de algo normal dentro del juego de la libre empresa. Ya en el pasado, quienes vivíamos una etapa muy luminosa de la radio en el campo deportivo, nos vimos aplastados por la exclusividad adquirida por una prestigiosa cadena nacional que nos mantuvo al resto, ausente de los campeonatos mundiales de fútbol, que son considerados el olimpo de un deporte que atrae a las multitudes.

Y a nosotros también nos costó entenderlo, sobre todo por el altísimo costo que tuvimos que pagar con la limitación profesional que ello trajo consigo. Con decirles que hubo unos momentos en los cuales nos sentíamos empequeñecidos, como aquella vez en que jugaban en el Mundial de España 82 Brasil e Italia (considerado uno de los juegos más espectaculares en la historia del fútbol) y la exclusividad la tenía una cadena radial, y las demás emisoras colombianas hacían su programación ordinaria, lo que nos hacía sentir en el plano más ridículo.

En esa ocasión, pese a la dureza de lo que vivimos, pudimos entender aquello de la libre empresa en la adquisición de los derechos exclusivos de transmisión. Principalmente la concepción del negocio del fútbol y su paralelismo con el negocio de la radiodifusión: si hay una transmisión que se comercializa, existe también un producto que tiene un costo. Eso no entra en el campo de la discusión.

¿Qué es frustrante para uno como periodista deportivo tener que estar, de alguna manera, al margen de competencias de gran relevancia mundial? Nadie lo niega. Pero nunca podemos perder de vista algo que aficionados y personas del común tienden a desconocer: el fútbol profesional es un gran negocio, una multinacional como otra cualquiera, con sus pros y sus contras en el análisis simple que todos tenemos el derecho de hacer.

Lo que parece ahora más curioso es que quienes tienen la obligación de realizar ese análisis de manera más racional para que haya mejor comprensión del asunto, es decir, los orientadores de la opinión, se tornen en puramente emocionales para desconocer algo tan elemental y llevar una información equivocada a los clientes finales que son los oyentes. Y más aún, reaccionar de manera furiosa contra quienes, en oficio didáctico, han pretendido hacer una exacta ilustración sobre el particular.

Dentro de todo, hay algo que si nos llama la atención: ¿privatización de derechos de transmisión de competencias del fútbol aficionado, en las que hay poca difusión? Eso sí me parece un despropósito si se tiene en cuenta que este tipo de fútbol y sus protagonistas lo que necesitan es promoción, gestión de mercadeo; para ellos y para las regiones donde se juegue.

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