Por Álvaro Ayala Tamayo

El síndrome de la Habana tiene a los gringos con la cabeza dando vueltas. Literal, como dice ahora la juventud. Los zumbidos en los oídos los tienen enfermos, pero es más grave si descubren que sus enemigos los pueden tener en propias filas. El personal diplomático atacado hasta la fecha tiene relación con trabajos de inteligencia solo conocidos por Washington. El asunto tiene en alerta a la nación más poderosa de la Tierra. El botón de pánico está en rojo.

Ese dolor de cabeza los tiene en la enfermería porque está en riesgo la seguridad nacional de los Estados Unidos de Norteamérica, que representa a Occidente y el capitalismo. No tienen como defenderse, por ahora, porque desconocen quién los ataca y con qué tipos de armas. Algunos expertos en seguridad explican que son artefactos sónicos, pero no más. Por ahora todo es muy etéreo. Hay pruebas de sus diplomáticos con cefalea, pero sin remedios en el vademécum.

Utilizar armas no convencionales para afectar el sistema nervioso de las víctimas hasta dejarlas con ciertas discapacidades es algo aterrador. Parece salido de una película de ciencia ficción, pero es la realidad. Incluso, se ha informado que algunos han sido indemnizados por daños permanentes.

China, Rusia y EEUU poseen armas nucleares para convertir en una bola de fuego el planeta tierra, aunque la tercera guerra mundial no será de esa manera. Será cibernética y con tecnología. Con descargas electromagnéticas se desconectarán los sistemas de energía de las ciudades o los países hasta doblegarlos para someterlos.

Las hostilidades iniciaron en Cuba hace dos años, han girado hasta sus embajadas de Europa y las más recientes aterrizaron en Bogotá. No es casualidad. Todos sabemos de las buenas relaciones entre Colombia y el Tío Sam. Ahí está el desafío mayor. Hace un año fueron expulsados de Colombia varios agentes rusos sorprendidos haciendo espionaje en Bogotá. Lo maluco es que no hubo más información por razones de seguridad nacional.

La tecnología se ha convertido de aliada a enemiga. Si desguazan los misiles nucleares que utiliza Corea del Norte en sus amenazas, se puede verificar que los componentes en su mayoría son Made In USA. Lo único que fabrica Piongyang son uniformes para sus tropas y hackers para robar conocimiento o dinero en todo el mundo. El software, los semiconductores, la optoelectrónica, los geolocalizadores, los chips, el aluminio, el acero y hasta las centrifugadoras de uranio algo tienen de americano. Que EEUU tenga enemigos, no es noticia. Pero sí que esté infiltrado por espías o traicionado por sus propios funcionarios. De ser así el riesgo es inminente y la jaqueca será para largo rato por ser un dolor que no se cura con una pastilla.