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Columnistas  |  27 enero de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Álvaro Ayala Tamayo

CON EL AMOR SI SE JUEGA

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Álvaro Ayala Tamayo

Los dos hijos del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, dijeron a su cerrado grupo de amigos que han estado pendientes y muy atentos al futuro de su hermana Indira Cato. La mejor y única manera de demostrar el amor en los tiempos de infidelidad de su padre, es que la acepten en el testamento. Así la respetada dama tendrá derecho a disfrutar las decenas de millones de dólares que dejó el más grande escritor de todos los tiempos que ha tenido Colombia.

Cuando sus amigos costeños nos enteraron sobre la noticia de una hija, cuya madre no es la esposa Mercedes Barcha, suponemos que dijeron: Hay que vivir para contarla. Lo que era un rumor se convirtió en realidad y de inmediato se regó entre Aracataca, México y La Habana, lugares íntimamente relacionados con el genio de las letras.

Gabo en su laberinto, al parecer mostraba a su hija a ratos, pues en su machismo pensaba que el fruto de esa unión era del amor y otros demonios. No señor…el Amor en los Tiempos del hombre son en el día y la noche, en la casa y fuera de la casa. Así que para que esta situación no se convierta en la crónica de una reyerta judicial anunciada, sería bueno ver a los hijos del escritor entregando a su hermana el metálico a que tiene derecho. De lo contrario, serán más cuentos peregrinos y hasta el escándalo del siglo.

Por su connotación, García Márquez es un mito y una leyenda. Pero también le cabe la crítica por esconder a su hija. Si sentía pena, ¿por qué lo hizo? ¿Dónde está escrito que no se le puede reclamar por su maluco comportamiento en relación con su hija Indira? No se trata de un debate moral sino legal. Es su hija y punto. Por lo tanto, tiene derecho a lo que las leyes mexicanas y colombianas dicen a rajatabla.

Como ya se realizaron los funerales de la mamá de los dos hijos varones del escritor, no hay opción a que doña Mercedes considere una anormalidad que su esposo sea un señor muy viejo para tener una hija a los 63 años. No es la triste historia de la cándida sociedad, sino el relato de un náufrago que utilizó su poder de escritor universal, muy poderoso, para cortejar a una mujer de cuyo amor nació un ser querido.

Nada mal le caen a la señora Indira los millones de dólares que legítimamente le corresponden. Ella no aparece, pero está ahí. Eso demuestra su dignidad. Por lo tanto, si los hijos del Nobel quieren ser dignos, hagan pública la declaración de la repartición de los bienes y no se aprovechen de lo que pertenece a su hermana. Ese cuento que ya recibió una casa y un carro viejo no se lo traga ni Úrsula Iguarán.

Varios abogados han dicho que buscan a Susana Cato, la intelectual mexicana con la que Gabo tuvo a Indira, para tomarle el poder e iniciar el proceso de sucesión, consensuado o por vía legal/judicial. Si la joven Indira lo quiere, también se busca su poder. Cuando Gabo tenía 63 años conquistó a Susana, quien para la época contaba 30 años. Trabajaban en un proyecto intelectual llamado Con El amor no se Juega.

Se espera que sus hijos cumplan y no jueguen con el amor de su padre. Gabo era humano, y como tal tenía las virtudes que maravillaron al mundo. También tenía defectos, entre ellos el machismo. Por ser un mito nadie es capaz de criticarlo. No se meten con el hombre y a la hora del acontecimiento sus seguidores dieron la noticia como anécdota y casi afirman que Susana fue quien lo sedujo. Vaya mal el que le hacen narrando su acto como algo pasajero. ¡Qué responda! Es el amor en los tiempos de Gabo, ahora que se supo la verdad. Son las obligaciones a la luz de la ley y la decencia.

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