Es hora de cambiar el nombre del terminal aéreo de la hermosa ciudad capital del departamento más visitado de Colombia, epicentro del turismo del mundo, cuna de gentes descendientes de la montaña antioqueña, primigenios caldenses, dominadores de la selva quindiana.

El Edén no pasa de ser una palabreja sonora, utópica, mencionada en la Biblia, hábitat de nuestros padres Adán y Eva, que nada dice de nuestros ancestros aborígenes, la raza Quimbaya, orfebres y artistas que legaron tradición y leyenda a las generaciones y tesoros de inigualable belleza en oro y arcilla. Proponemos pues que sea Aeropuerto Los Quimbayas, o Cacique Calarcá; talvez Aeropuerto Cacique Tundama; o nombres femeninos indígenas y precolombinos como Princesa Yanuba, Zuldemaida, Aeropuerto Izcandé. Se nos ocurre también que puede ser Aeropuerto Palma de Cera para rendir tributo al “árbol” nacional de Colombia que por miles de ejemplares alzados al cielo, adornan el majestuoso Valle de Cocora en Salento, Filandia y municipios aledaños y buena parte del Tolima. No se puede olvidar que la raza autóctona Quimbaya confeccionó el Tesoro idem que en un gesto censurable e imperdonable, el Presidente Carlos Holguín regaló a la Reina Cristina de España para demostrar su amor a la soberana, pues parece que vivió enamorado, locamente perdido, de la dama europea. No fue el pago de Colombia por un arbitraje de límites como dice cierta historia interesada. Que lo aclare nuestro amigo Felipe Rincón quien lucha jurídicamente por rescatar el Tesoro Quimbaya, desenterrado en una guaca indígena en Filandia, patria chica del Director de El Esporádico. Adelante pues con la idea, Gobernador del Quindío; y Alcalde popular de Armenia, si es elegido nuevamente, o de pronto “sueltan” al titular que está preso en Pereira acusado de algunos presuntos delitos de corrupción.